¿Por qué butoh?
“Cualquier norma sólo es necesaria cuando las personas no tienen la sensibilidad suficiente para comprender lo que ya está ocurriendo”
Imre Thormann
Hace algunos años, escuchaba a mi amado Albert Pla preguntarse sobre qué llevaba a millones de personas a gastar su tiempo y energía en organizar y acudir a manifestaciones inútiles y discutir con vecinos en lugar de quedar directamente a las puertas de la cárcel y sacar de allí a quienes encerraron de forma injusta. ¿Alguien podría parar esto?
Detesto la política institucional básicamente porque anula cualquier impacto real de los cuerpos, las ideas, en la vida cotidiana ¿Para qué pensar entonces? ¿Para qué actuar?
Esta idea que propone es tan sencilla como utópica, Estamos lejos de utilizar las manos para construir las vidas que realmente queremos.
Desde hace un par de años, tengo una sensación similar con la danza.
Más o menos el tiempo que hará que dejase Madrid y comenzara a divagar buscando lugares similares donde seguir investigando, brotando, renaciendo.
He probado de todo y siempre encuentro lo mismo: propuestas de movimiento alejadas de la naturalidad humana, un sobre esfuerzo individual por alcanzar metas y movimientos sin ningún sentido más allá de lo estético, un elitismo y profesionalización que separa los cuerpo mucho más allá de unirlos ó en el mejor de los casos alguna cápsula de improvisación y desahogo que busca soltar tensiones superficiales y pasar un buen rato.
Que no se mal entienda, es maravilloso ver a cuerpos cada vez más libres saltar por encima de sus límites, crear movimientos nuevos, conseguir hacer la pirueta que nunca salía. El problema es que este sea el objetivo final y no el resultado inevitable.
Durante este tiempo me he vuelto loco observando y analizando dinámicas, diferencias para comprender cuál es la diferencia con el butoh que practiqué en su día, con el que me reencuentro hoy después de tanto tiempo, sobre todo cuando los discursos e ideas no están tan alejadas de otras disciplinas.
Pero las palabras quedan muy lejos de los pies y de las manos, hay una gran diferencia de fondo, sencilla pero definitiva: simplemente se cambia el foco, no se pone en el individuo, en la técnica o el movimiento a conseguir, da igual el aroma que traigas, el color de tus pétalos, como los muevas o incluso si caes bien o no… lo único que importa es el suelo donde ponemos las raíces, el mundo que nos sostiene. Se abona con lo necesario para hacer de él el lugar más fértil posible y una vez listo, nos sembramos. Las flores brotan de forma inevitable tocando un cielo cada vez más terrenal, las raíces profundizan en la tierra, firmes, no hay riesgo ya. Ni un ápice de técnica, solo una vuelta a lo básico y común: respiración, sensaciones y un mundo donde fundirnos, donde colorear con el rastro que deja el movimiento, con cada individualidad, todas únicas, todas iguales.
Este enfoque devuelve la danza a la gente, a las pies, a los cuerpos desprovistos de deber.
Hace unos meses le pregunté a un chico muy centrado que daba un taller sobre como moverse desde el centro cuanto tiempo creía que podría sobrevivir en un cuarto oscuro alimentándose de su centro. Una mala broma como respuesta evasiva y a seguir con el circo.
Hay una diferencia sutil en el lenguaje, radical en la práctica:
Yo y el mundo. Yo como ser aislado que busco en el ahí afuera estímulos y objetos que satisfagan lo que creo necesitar. Todo al servicio de una auto imagen ilusoria. Células independientes que simulan una unión, puro siglo XXI.
Yo en el mundo: la separación no existe, soy relación todo el tiempo, ¿Soledad? ¿Qué es eso? me fundo en el movimiento, impulsos, líneas, imágenes, el mundo decide mis pasos.
Quizás llegue un punto en el que qué, cómo y cuánto bailes importe bastante menos que que todo el mundo que tienes alrededor pueda danzar.
Da igual el butoh, el enfoque es lo que importa.
Podemos negar la mayor pero el instinto delata el deseo, en cuanto nos damos la media vuelta buscamos: cervezas, orgasmos, drogas, fantasías, una danza en la que me diluya, otra piel a la que tocar, unas vacaciones lejos de aquí… hemos hecho de nuestro pasatiempo favorito ver en una pantalla historias que no son la nuestra.
Éxtasis, huida, un anhelo infinito por salir del centro, por salir de aquí.
¿Por qué continuar construyendo tronos de miseria en lugar de rendirnos a la evidencia que somos?
¿Es tan difícil aceptar que no tenemos ni idea de nada y entregarnos a esto? ¿Queda alguien por ahí con más preguntas que respuestas? ¿Cuándo ha sido la última vez que respondiste no sé a una cuestión?
Llevo 15 días practicando el caminar con algunas preguntas flotando en el aire que no paran de atravesarme: ¿Cómo sería dar el siguiente paso con la incertidumbre de no saber como será,? ¿Puedes sostener en cada movimiento el vértigo de la duda? ¿Abrirte a una continua transformación en cada gesto? ¿Cómo es físicamente caminar, danzar así?
No, no sé hacer esto aún, pero el aroma a libertad que asoma es maravilloso.
En estos días también he tenido dos sueños interesantes, en uno cogí el teléfono que tenía pegado a la cama y lo estrellé contra la pared. 150€ me salió la broma. En el otro soñaba que mis manos y pies se convertían en raíces, que me desplegaba entre la tierra hasta ser un nido donde acunar vida.
Don’t be a human, it is a waste of time.